El tratamiento de bótox para el bruxismo es una de las soluciones más efectivas para aliviar los síntomas molestos. Aquí tienes todos los detalles.

Causas del bruxismo

La mayoría de las personas probablemente rechinan y aprietan los dientes de vez en cuando. El rechinamiento ocasional de los dientes, conocido como bruxismo, no suele causar daño, pero cuando este rechinamiento se produce de forma regular, los dientes pueden dañarse y pueden surgir otras complicaciones de salud bucal.

No siempre está claro qué causa que las personas rechinen los dientes. A menudo está vinculado a:

• Estrés y ansiedad: esta es la causa más frecuente.
• Problemas de sueño como ronquidos y apnea del sueño.
• Tomar ciertos medicamentos, incluido un tipo de antidepresivo conocido como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
• Fumar, beber mucho alcohol y cafeína, y consumir drogas como éxtasis y cocaína.

Es un trastorno común en niños y adolescentes, especialmente durante el sueño. A menudo se detiene cuando llegan a la edad adulta y ya les han salido los dientes permanentes.

Estudios recientes han asociado el bruxismo durante el sueño con deficiencia de vitamina D y bajo consumo de calcio, y también con mayor prevalencia de ansiedad y depresión. No obstante, hacen falta más investigaciones para corroborar este hallazgo.

¿Por qué se utiliza el bótox para el bruxismo?

Existe evidencia científica de que las inyecciones de toxina botulínica pueden reducir la frecuencia de los episodios de bruxismo, disminuir los niveles de dolor y la fuerza oclusal máxima generada por esta patología. Este tipo de infiltraciones constituyen un tratamiento seguro y eficaz para pacientes con bruxismo, por lo que se justifica su uso en la práctica clínica diaria, especialmente en pacientes diagnosticados de bruxismo severo.

¿Cuáles son sus ventajas?

Las inyecciones de toxina botulínica pueden ayudar a relajar los músculos que causan dolor y malestar, reduciendo la gravedad de los síntomas y mejorando la calidad de vida del paciente. Tiene algunas otras ventajas:

• Es un tratamiento ambulatorio y poco invasivo, que no requiere ingreso hospitalario. Se puede realizar en el día.
• Es rápido, ya que la sesión ronda los 30-45 minutos.
• No requiere un tiempo de recuperación como tal, ni se han documentado efectos secundarios relevantes

Cómo es el tratamiento de bótox para bruxismo

El tratamiento con toxina botulínica para los trastornos de bruxismo y de tensión mandibular suele ser rápido, sencillo y eficaz. Se trata de un procedimiento no quirúrgico, que consiste en la administración de inyecciones en la consulta médica sin necesidad de hospitalización. La mayoría de los pacientes experimenta una mejora notable uno o dos días después de su primer tratamiento.

La duración del tratamiento con toxina botulínica depende de la cantidad de inyecciones necesarias. Aun así, la sesión normalmente puede durar en torno a 30 minutos. El dolor asociado es mínimo y breve. En ocasiones, a petición del paciente o bajo el criterio del médico, se puede adormecer la zona a trabajar con crema anestésica. Algunos pacientes han comparado el dolor de la inyección de toxina botulínica con una “picadura de insecto” o un pequeño “pinchazo”. 

Debido a que el procedimiento con toxina botulínica no es quirúrgico ni invasivo, lo habitual es que el paciente pueda regresar a sus actividades normales de inmediato. Sin embargo, para evitar la propagación de la toxina a otros músculos, los pacientes no deben frotar ni masajear la zona inyectada con toxina botulínica y se aconseja permanecer erguidos durante muchas horas. La actividad física también debe limitarse por un tiempo.

Cuánto duran sus efectos

Después del tratamiento del bruxismo con toxina botulínica, la sensibilidad muscular comenzará a desaparecer casi de inmediato. Las arrugas comienzan a desaparecer entre 24 y 48 horas después de las inyecciones, y es posible que continúe viendo cómo disminuye hasta una semana después del procedimiento.

La duración de los efectos del tratamiento del bruxismo con bótox varía en cada paciente. En general, suele durar entre 6 meses y 1 año.